viernes, agosto 11, 2017

 


LA ESPERA
Ejercicio de Escritura... (Taller NOS)

Solo una noche más, me repito mentalmente. Pero esta idea me acompaña las veinticuatro horas. Es lo primero que pienso al despertar y el último pensamiento que me arrulla en estas noches interminables de insomnio.

Nadie lo sabe. No he tenido el valor para compartirlo. No sabría por dónde empezar ni cómo articular las palabras. Siento que si salen de mi boca se volverán reales… y aún no sé cómo afrontarlo.

Las manos me sudan todo el tiempo. La ansiedad se instaló en mi pecho y me cuesta respirar. Mareos, náuseas, pensamientos en espiral, me están arrebatando la paz, la cordura, mi futuro.

Dormí poco. En mi cabeza estudié mil escenarios posibles y cada uno era peor que el anterior. ¿Por qué este masoquismo? ¿Por qué me castigo? ¿Por qué yo?

Me paro frente al espejo. Me veo perfecta. Qué ironía. Es la primera vez que me observo completa y no tengo queja alguna. Me gusto. Me contemplo. Me despido.

Llego a la oficina. La gente pasa, comenta, sonríe, sigue viviendo. Nadie sospecha que para mí la vida está en suspenso.

Reviso mi carpeta de recibidos. Busco desesperada ese único mensaje que importa. No llega. “A primera hora lo recibirá”, me dijeron. Ya son las once. Decido llamar pero me acobardo. El tiempo detenido alarga esta agonía.

¡Por fin! Ahí está. Tanta espera y ahora, frente a mí, a un clic… no encuentro las fuerzas.

De nuevo las palpitaciones. El sudor se intensifica. Siento el cuerpo dormido, la vista nublada. Me levanto a buscar un vaso de agua y apenas puedo coordinar mis pasos. La gente a mi alrededor se mueve en cámara lenta. Me preguntan si estoy bien; me ven pálida. No logro contestar, solo hago una mueca para tranquilizarlos.

Regreso al escritorio. Respiro profundo. ¡No puedo! El aire me falta. Una mezcla de calor y frío recorre mi cuerpo. Estoy paralizada, pero tengo que hacerlo.

Abro el mensaje. Leo:

- Positivo -

Siento cómo el espíritu abandona mi cuerpo. Por un instante me invade una paz extraña. La certeza es menos cruel que la incertidumbre. Miro el reloj. El tiempo vuelve a correr. Tengo reunión a las doce.


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